Cambio climático y DANAS más destructivas: ¿estamos preparados?

A la DANA que asoló la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre dejando a su paso más de 200 muertos y numerosos desaparecidos le ha seguido otra posterior, todavía situada sobre la península. ¿Cómo podemos adaptarnos a estos fenómenos extremos? ¿Qué repercusiones tienen en la salud pública? ¿Cómo puede prepararse la ciudadanía? El Science Media Centre España organizó una sesión informativa con dos expertos y una experta del CSIC para analizar estas cuestiones. 

15/11/2024 - 09:50 CET
 
DANA

Continúan las labores de limpieza en las calles de Paiporta, Valencia, este jueves. EFE/Biel Aliño.

Esta semana estamos sufriendo una nueva DANA que ha obligado a cerrar colegios y declarar la alerta roja en varias provincias. El evento se produce cuando todavía se siguen buscando desaparecidos por la anterior DANA, que el pasado 29 de octubre asoló especialmente la provincia de Valencia, dejando más de 200 muertos e incalculables daños a las infraestructuras.  

“Tenemos que entender por qué esta DANA ha sido tan excepcional, qué es lo que nos depara el futuro y si hay una atribución del cambio climático en estos procesos”, señalaba Juan Ballesteros, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) especializado en riesgos hidrológicos en el contexto de cambio global, en una sesión informativa organizada por el SMC España. 

La elevada temperatura del mar Mediterráneo, junto con el descenso de aire frío y que el evento se adentrara en el territorio en lugar de quedarse en las zonas costeras, como suele ser habitual, son tres factores que explican su excepcionalidad, según Ballesteros. En cuanto a su posible vinculación con el cambio climático, a pesar de que se han publicado estudios rápidos de atribución, el científico sostiene que se trata de un fenómeno complejo. “Aunque tengamos registros históricos desde un punto de vista estadístico, su longitud no es suficiente para que estadísticamente podamos atribuir el impacto del cambio climático a esta DANA”, matiza. 

Respecto a si nos enfrentamos a una posible mayor recurrencia de estos eventos, Ballesteros incide en la misma idea: “Los datos que tenemos no son lo suficientemente representativos como para hablar de periodos de retorno de 100, 500 o 1.000 años”. 

Los riesgos del agua contaminada 

Desde Valencia, donde participa como experta del CSIC en la reunión del CECOPI (el Centro de Coordinación Operativo Integrado), Ana Allende se refirió a los riesgos relacionados con la calidad de las aguas y la seguridad alimentaria. “Es una zona bastante intensa en cultivo y hay que poner una atención especial en la calidad microbiológica y química de las aguas de riego, pero también en qué zonas de cultivo han sido inundadas o parcialmente inundadas”, explicó la profesora de Investigación del CSIC. 

Por eso mismo, hortalizas que hayan entrado en contacto con agua potencialmente contaminada se deben destruir. “No se deben poner en el mercado. Sí tenemos cultivos que son más aéreos en zonas afectadas por inundación como árboles leñosos, frutales. En ese caso, habría que evaluar cuáles serían los riesgos potenciales de poder recolectar esas frutas o hortalizas”, resaltó. 

 Mantener la recomendación de agua embotellada creo que es una medida de prevención muy eficaz

Ana Allende

En el caso del agua que llega a las viviendas de las zonas afectadas, aunque muchas ya la han recuperado, las autoridades sanitarias no recomiendan su uso ni para beber ni para cocinar porque pueden estar contaminadas las tuberías de distribución. “Va a necesitarse cierto tiempo para que lo puedan revisar todo, por lo que mantener la recomendación de agua embotellada creo que es una medida de prevención muy eficaz”, destacó. 

Crisis de confianza hacia las instituciones 

La devastación en tantos municipios, el elevado número de fallecidos y la relación de esta DANA con el cambio climático han disparado la proliferación de bulos y teorías conspirativas. “Durante los días posteriores de la catastrófica DANA, lejos de un vivir un shock pedagógico que hubiese colocado al cambio climático en el centro del debate, a lo que asistimos fue al nacimiento del negacionismo conspiranoico en España, que era un fenómeno bastante residual en nuestro país”, señaló Emilio Santiago, científico titular en el Instituto de Lengua, Literatura y Antropología del CSIC, experto en antropología climática. 

Asistimos al nacimiento del negacionismo conspiranoico en España, que era un fenómeno bastante residual en nuestro país

Emilio Santiago

A eso se suma, según el investigador, la actual crisis de confianza que afecta a todas las instituciones democráticas, desde la ciencia al periodismo, y que tiene su germen en la crisis económica de 2008 que desembocó en una crisis de la representatividad que afectaba a la política institucional. 

“Cuando determinados actores promueven la desconfianza hacia las instituciones, hacia lo público y hacia la ciencia, y se convierten en focos de emisión de bulos climáticos que hemos estado viendo circular estos días, esto tiene un impacto”, destacó Santiago. “Es importante empezar a hablar de que hay que tomarse el cambio climático como un problema de seguridad nacional”, añadió. 

Apostar por una cultura de la emergencia 

En cuanto a cómo afrontar nuevos eventos de este tipo, los tres expertos coincidieron en la importancia de implementar medidas de adaptación, sin perder el foco en la mitigación, es decir, disminuir las emisiones procedentes de los combustibles fósiles para tratar de contener el aumento de la temperatura del planeta. 

“Hay que mejorar la conectividad de los caudales con las llanuras de inundación, dar espacio a los ríos para que puedan inundar sin llegar a afectar zonas y laminar las avenidas, que puede ser con vegetación”, enumeró Ballesteros, haciendo hincapié en que el riesgo cero no existe. 

¿Qué ocurre con las viviendas construidas en zonas inundables? “No hay sociedad que administrativa, política y económicamente pueda gestionar desplazar ese volumen de población. Eso no es realista”, subrayó Santiago. A su juicio, lo realista es tener una cultura de emergencia que minimice los daños humanos y materiales cuando esto suceda. 

En cuencas torrenciales el tiempo de respuesta puede ser de horas, de una hora o incluso de minutos

Juan Ballesteros

En cuanto al sistema de alertas, Ballesteros afirmó la importancia de mejorarlas, pero sabiendo muy bien qué queremos alertar y dónde, teniendo en cuenta que el tiempo de respuesta puede ser muy corto. “En cuencas torrenciales el tiempo de respuesta puede ser de horas, de una hora o incluso de minutos”, puntualizó. 

Para finalizar, Allende destacó la importancia de incidir desde las etapas educativas para concienciar y estar preparados ante este tipo de situaciones: “En el colegio, en las edades muy tempranas, se pueden impartir conocimientos básicos, como, por ejemplo, de higiene y seguridad alimentaria, que se interioricen bien para que se puedan aplicar en cualquier situación”.  

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